La Islita

Un vendedor ambulante
llamó a la puerta de casa
diciendo “tengo una oferta
que mucha atención merece”
“¿y que es lo que usted ofrece?”
le preguntó mi papá,
quien le había abierto la puerta
“es una islita en el Delta
a unas cuatro horas de acá,
con naranjos y jasmines,
muy cerca del Paraná”
Su tono era muy sincero,
su voz sonaba a verdad.
“Yo la vendo muy barata.
pues necesito la plata-
y es una isla de primera”
Papá sacó la chequera…
Y así, sin mas discusión
se efectuó la transacción

Mamá quedó boquiabierta
y le preguntó quien era
“un vendedor ambulante”
“te habrá vendido un tranvía…” 
“No” contestó mi papá
y dijo con voz resuelta
“Compré una islita en el Delta
muy cerca del Paraná”
ella dijo “sos incauto”
el dijo “es para Mimita”
yo dije “gracias papá”

Así pasó mucho tiempo
y el tema se fué olvidando.
Yo miraba con frecuencia
las actas de pertenencia.
A veces yo preguntaba
“papá ¿vamos a la islita?”
y el siempre me contestaba
“si, si pero no se cuando.
hoy estoy tan ocupado
y el trabajo, retrasando…
pero yo te aseguro
que un día iremos, sin apuro”
……………………………….
Y así pasó mucho tiempo,
la islita casi olvidada,
mi papá siempre ocupado,
mamá siguiendo la trama
de mi sueño evaporado,
transformándose en un drama…
¿serían cosas de mi edad?
Por fin fuí a buscar mi suerte
muy lejos de mi ciudad
y tal fué la coincidencia
que para fundar mi estudio
necesité que algún banco
me prestara el capital
y así me pidió el banquero
garantía de algún tipo:
“¿Usted tiene propiedades?”
Se me prendió el farolito
y contesté con descaro
“tengo una islita en el Delta
muy cerca del Paraná”
y proseguí así a mostrarle
títulos de propiedad.
El banquero, impresionado
el préstamo me otorgó
y el proyecto fué lanzado:
mi artimaña funcionó
………………………………..
Cuando volví a Buenos Aires
sintiéndome algo farsante,
me enfrenté con mi papá:
“Han pasado muchos años,
“y quiero ya ver mi islita”
Papá ya se había olvidado
y, embargado por la culpa
con un guía y una lancha
me llevó al lugar ansiado,
donde el Paraná se ensancha,
apenado al descubrir
que no había señal de tierra,
que la isla habría existido,
pero haría muchos años,
quizás antes de la guerra…
y de a poco se habría hundido
produciendo muchos daños…
Mi papá, apesadumbrado,
me dijo, muy conmovido,
“No me puedo perdonar
el haberte regalado
una islita inexistente”
y entonces le contesté
“No te preocupes,papá
su valor fué sorprendente!”