La Antena

>Comentarista ilustrada
en temas de actualidad.
nuestra amiga muy cercana
se despertó una mañana
y, como le era habitual,
fun muy contenta y ufana
a mirar por la ventana,
y al ver que una gran antena
bloqueaba el campo visual,
quedó mas que anonadada…
¡que invasión territorial
del espacio compartido!
¡Que imperdonable egoísmo
de su vecino Laclau!
(teórico del populismo
en el discurso oficial)
Y así es que increpó allí mismo
al culpable de esta acción,
quien, con casual optimismo
le dió esta explicación:
“nos hace falta esta antena
para ver televisión”

-como así justificando
su reprochable actuación.
Inteligente y discreta,
mas dispuesta a no ceder
en esta injusta invasión
de su espacio personal,
fue a negociar con la esposa,
insinuando en forma amena,
el desviar la tal antena,
pero fracasó en su intento,
ya que la esposa tampoco
se prestaba a negociar,
dando la misma razón,
y repitiendo el lamento:
“nos hace falta esta antena
para ver televisión…
Que discusión infructuosa!
hablemos ya de otra cosa…!”
Y así acudiendo al consorcio
en busca de un arbitraje
el dictamen resultante
fun dicho en claro lenguaje:
“quiten la antena cuanto antes,
pues se trata de un ultraje”
Con esta resolución,
el matrimonio Laclau,
de la manera prevista,
declaró guerra total,
a nuestra protagonista
que al dictamen se adhería…
Y he aquí la alegoría
que esta historia representa:
La posición de la antena
son los bonos de la deuda,
que a nosotros interesa.
El consorcio es Thomas Griesa,
nuestra amiga son los buitres,
los Laclau son los heroicos
filósofos de prestigio,
y due~õs del “gorro frigio”
que disputan el dictamen
resultante del litigio
y defienden con pasión
el derecho soberano
de mirar televisión.