Coronavirus

 

 

Ya no se habla de mercados,
ni de temas asociados,
ya que en medio de esta saga,
solo se habla de la plaga.
No hay tumultos ni congresos;
no hay abrazos y no hay besos.
¡Cuanta angustia!¡Que tormento!
Ya la plaga se avecina
de maneras evidentes
avanzando desde China
e invadiendo continentes.
Es un virus transmisible
cuyos daños son tangibles
y esto induce a repensar
en la condición humana,
dándonos la sensación
de estar dentro de la trama
de una obra de ficción,
al tratar de ver la luz
en La Peste, de Camús,
recordando la obsesión;
reviviendo el patatús,
del final que nos acecha
y que el alma no sospecha.
¿Que error hemos cometido?
¿porqué el virus nos infesta?
¿damos todo por perdido?
¿se acabó, por fin, la fiesta?
…y contando nuestros muertos,
nuestros vuelos cancelados
y otros tantos desaciertos,
ya nos llega una respuesta
que aun da mas escalofríos:
“Ni los vuelos ni los muertos
son los hechos más sombríos:
lo más grave en este entuerto
son los cierres de aeropuertos
y la atmósfera tan tensa
alentada por la prensa,
cuarentenas en navíos,
hospitales saturados,
auditorios muy vacíos…
y el silencio de costumbre,
por la triste incertidumbre”.